La edición digital del rotativo EL PAÍS nos sorprendía con la triste historia de la vitoriana Glória Rodríguez: “Su historia es la de otras muchas parejas, la de un divorcio complicado en el que el desacuerdo económico se ha prolongado hasta obligar a esta mujer a dejar su hogar. Rodríguez se divorció hace cuatro años. El juez ordenó que pagase a medias con su exmarido la hipoteca de la casa en que habían convivido. Él no tardó mucho en dejar de cumplir con su parte, dice ella por teléfono. Para hacer frente a todos los pagos de la hipoteca, hubiese tenido que destinar todo su sueldo -1.300 euros mensuales- a la Vital.” Por desgracia, su historia es más habitual de lo que nos podemos llegar a imaginar.
Veremos cómo acaba y, esperemos, tenga mucha suerte.